La flor de los 20 pétalos
Escrito por: Adriana García
Editor: Abner Mendoza
“Al poco tiempo llegó Hutzilin en forma de colibrí, que amoroso se posó en el centro de la flor…”
-Fragmento de La Leyenda de la Flor de Cempasúchil
Conocida popularmente como “Flor de Cempasúchil” o “Flor de los muertos”, es famosa por sus intensas tonalidades y su color naranja como el de un atardecer, pero también existe rojo, amarillo, blanco y en algunos casos un amarillo chillante casi fluorescente. Su nombre proviene del náhuatl, compuesta por las palabras cempoal-xochitl (veinte-flor).
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A nivel nacional, Puebla es el mayor productor de esta flor y según estudios de la CONABIO, el 92% está destinada a las fechas de día de muertos y el 8% a la industria de la pigmentación. Como parte de las curiosidades de esta planta, en Estados Unidos es conocida como “Mary Gold” y es aprovechada para fabricar insecticidas y medicamentos, pero, del otro lado del mundo, específicamente en China y la India, es usada por sus brillantes colores como alimento de gallinas para así brindarle más color a la yema de los huevos, aunque también funge como colorante textil, cosa que nos recuerda el uso que los antiguos mexicanos le dieron para teñir prendas, técnica que aún en algunos pueblos tradicionales de México se utiliza.
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Esta planta es ícono de México en el mundo, por ser uno de los adornos que no puede faltar en nuestras ofrendas y tumbas el día de muertos, además, sólo florece terminada la época de lluvias y aproximadamente 15 días después del 2 de noviembre, muere y no la volveremos a ver hasta el próximo año.
Se dice que esta flor marca el camino para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos hogares, por esta razón, afirman que es la planta la que busca al difunto, guiándolo por medio del aroma y color, llenando la muerte de vida.
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Los indígenas creían que el cempasúchil era una planta curativa, usada por nuestros antepasados para calmar cólicos estomacales, diarrea, vomito e incluso indigestión. Yo misma he sido testigo de esto pues, puedo contar que años atrás, una de mis bisabuelas usaba esta planta para curar además de los padecimientos ya mencionados, también tos, gripas e incluso bronquitis, ella solía incluirlas en baños de hierbas hervidas o fritas, según fuera la enfermedad y el remedio tradicional correspondiente, conocimientos que ella adquirió con el paso de los años de sus padres y que desafortunadamente, hoy en día están casi perdidos, pues ahora únicamente usamos esta flor para adornar los altares y las tumbas de los difuntos, por esta razón, muchos de nuestros antepasados dicen: “A lo largo del tiempo, la flor fue perdiendo sus poderes curativos.”
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En la actualidad muchas personas han buscado rescatar estos conocimientos e implementarla en platillos y he tenido la oportunidad de probar esta planta en infusiones calientes y pulque curado y definitivamente son bebidas que me cautivaron por completo, ya que esta flor es capaz de deleitar todos los sentidos.