La leyenda del niño de la carretera 57

La leyenda del niño de la carretera 57

Testimonio: M. Santoyo.
Redacción: Adriana García
Editado: Abner Mendoza

INTRODUCCIÓN: Si tienes agallas, te retamos a leer el siguiente testimonio que nos dejó uno de nuestros operadores. Esta historia es verídica ¡la temible carretera 57 alberga un secreto que estás por descubrir!

Salí de Toluca solo una noche de Septiembre del año pasado, aproximadamente, a las 20:00 hrs con destino a Monterrey. Manejé toda la noche, debía llegar antes del medio día para recoger a unos pasajeros en el aeropuerto.

En la madrugada, aproximadamente a la 01:00, me detuve en el “Parador Turístico del Potosino” a cenar y despejarme un poco antes de continuar con el viaje a la ciudad de las montañas. Pasada una hora, abordé nuevamente la unidad Trösten y antes de llegar a la salida hacia río verde, me detuve en una revisión obligatoria por parte de la policía federal, en la cual, muy amablemente solicitaron mis documentos y verificaron el estado de la unidad. Finalizado esto, continué por la casi interminable carretera 57.

Pasadas las cuatro de la mañana, me encontraba ya en un tramo de la carretera conocido coloquialmente como “La dormilona”. Mientras conducía, escuchaba rock en inglés para ambientar un poco el solitario viaje ya que como acompañantes de camino solo veía camiones de carga.

De pronto, me sentí observado a través de la ventana del lado izquierdo, un escalofrío recorrió mi cuerpo, provocando que la piel se me erizara. Con este sentimiento de inquietud me negaba a voltear para confirmar o desmentir si algo me realmente estaba ahí. Inevitablemente tuve que voltear hacia mi retrovisor y fue entonces cuando me percate que efectivamente algo estaba viéndome desde la parte de afuera la camioneta. Lo recuerdo ahora y mi cuerpo vuelve a estremecerse.

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Me quedé completamente helado al mirar la figura de ese niño que me observaba, era como si pudiera atravesarme con sus ojos; me invadió un sentimiento de tristeza y a las vez de terror, no sabía que hacer o pensar en ese momento, pues el niño venia corriendo a la par de la velocidad de la camioneta. Miré el velocímetro y marcaba 97 km/h, estaba perplejo. Instintivamente, aceleré por el miedo hasta llegar a los 110 km/h, ya habíamos recorrido un aproximado de 2 kilómetros y la sensación de sentirme observado no cesaba. En ese momento no comprendía, qué era lo que estaba pasando o si mis ojos me estaban engañando.

Al preguntarme esto, fue cuando decidí enfrentar con la mirada la realidad que segundos antes me aterraba y fue entonces que me di cuenta de que ese niño había desaparecido, pero la tranquilidad aún no volvía a mi cuerpo. Me vi forzado a detenerme en el “Parador Turístico San Pedro”; necesitaba tomar aire fresco y tranquilizarme para asimilar qué era lo que había pasado.

Fui a mojarme la cara y de regreso a la unidad, me encontré con una persona de la tienda y me preguntó si estaba bien. Me dijo que yo estaba muy pálido, me invitó un refresco mientras escuchó con atención lo que me había sucedido y cuando termine de contarle, me dijo "Tranquilo, no eres el primero que lo ve", te voy a platicar que fue lo que le paso a ese niño…

“Era un día como cualquier otro en la carretera 57, un niño jugaba en la orilla de la misma, pues vivía muy cerca. Se cuenta que tenía aproximadamente 7 años cuando ocurrió el incidente; él jugaba con su pelota y de pronto esta rodó hacia la carretera. Nunca se percató del tráiler que se acercaba, lamentablemente fue arrollado y arrastrado durante 2 kilómetros.”

Cuando terminó su relato, sentí una gran tristeza de saber qué era lo que le había ocurrido a aquel niño y porque estaba corriendo en la carretera… posiblemente buscando su pelota.

En la actualidad, en ese tramo de la carretera puedes encontrar dulces o juguetes tirados, pues muchos de los conductores recurrentes afirman que es la única manera de que el niño desaparezca y los deje continuar con su camino. Particularmente cada que paso por ahí, recuerdo aquel suceso y no puedo evitar sentirme nervioso (y por supuesto, le llevo sus dulces).                                                                                   

Muchas de las carreteras de México guardan leyendas y misterios que contar, esta, es una de tantas que nuestros Operadores Trösten han vivido.

*Basado en hechos reales.

 

 

 

 

 

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