Los duendes del rancho

Los duendes del rancho

Narrado por: Manuel Santoyo
Escrito por: Elizabeth Pérez
Editor: Abner Mendoza

FOTO DE PORTADA: Infobae.com

Cuando somos niños, escuchamos historias de fantasmas, casas embrujadas y duendes, o en algún momento de nuestra vida, alguien nos cuenta una anécdota fuera de lo normal y es imposible no ponernos en su lugar y sentir terror por pasar algo similar. Yo no creía en historias de duendes ni todo lo que se dice de ellos, hasta que un día tuve un encuentro con ellos.

Soy operador de Trösten, era octubre del 2014 cuando recibí una orden de servicio para viajar al Estado de Michoacán, a un pueblo mágico conocido como Santa María del Cobre. Viajaba una familia joven con niños de 4 y 5 años y el motivo de su viaje, era visitar a los abuelos al rancho. Partimos de la Ciudad de México a las 3:00 de la tarde aproximadamente y durante el trayecto, hicimos una escala para comer.

Llegamos al centro del pueblo y tomamos camino hacía el racho. Estábamos en una zona sumamente boscosa y el camino era complicado por la terracería. Me percate que, a un costado del camino, había un río que quedaba muy cerca de la casa a la que estábamos por llegar. Cuando llegamos al rancho, los abuelos de la familia recibieron a todos con mucho gusto y los pasaron adentro de la casa y como ya era noche y yo aún debía regresar al pueblo a buscar un hotel, la familia amablemente me insistió para quedarme en una de las habitaciones del rancho.

Me invitaron una taza con café y me instalé en la habitación que me designaron y después de organizar mis cosas para el siguiente día, me dispuse a descansar porque estaba agotado por el viaje.

La noche lucía totalmente obscura y el bosque estaba en absoluto silencio. Alrededor de las 3:00 de la mañana, comencé a sentir que jalaban la cobija con la que estaba tapado, sin embargo, inconsciente por cansancio, no le di gran importancia y solamente la jalaba de regreso, pero esto pasó por varias veces durante la noche. Por la mañana al despertar, me pregunté qué era lo jalaba las cobijas y que por el sueño tan profundo en el que entré, no me di cuenta qué era o si alguien la jalaba una y otra vez, cosa que honestamente, me dio mucho miedo pensar.

FOTO: excelsior.com.mx

La familia de la casa me invitó a desayunar con ellos y mientras comíamos, me acerque a los abuelos a platicar la curiosa experiencia que había pasado, a lo ellos respondieron que no tuviera miedo, que eran duendes traviesos los que me habían jalado la cobija y a menudo, hacían eso con los visitantes pero sólo buscaban divertirse, no querían hacerme daño y que incluso, si ponía atención, podría ver sus pequeñas huellas por el bosque, pues comentaban que acostumbran a caminar por la noche en las orillas del río. ¡Quedé helado! Pues nunca creí que los duendes fueran reales y menos que eran los que jalaban mis cobijas por la noche.

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Durante ese día, no iban a ocupar mi servicio por lo que decidí caminar por el bosque y confirmar aquella historia. Caminé por toda la orilla del río y entonces pude ver huellas muy pequeñas en la arena, no más grandes de 5 cm, evidencia suficiente que me confirmo que los duendes realmente existían.

Al otro día por la tarde, la familia me pidió que la llevara al centro del pueblo para comprar algunas cosas. Salimos de la casa a eso de las 5:00 de la tarde y regresábamos al rancho aproximadamente a las 11:00 de la noche. Todo transcurría normal hasta que entramos al camino de la terracería donde exactamente a la mitad, las luces de la camioneta comenzaban a apagarse, dejándome sin visión para continuar manejando, pues el camino estaba totalmente oscuro. Así que decidí bajarme a revisar cuál era la falla, cuando un miembro de la familia que venía a bordo, me comentó que no era necesario revisar y que no me preocupara porque eran los duendes jugando con las luces.

No supe como tomar el comentario, pero ante su seriedad, decidí conducir de nuevo con precaución y avanzar despacio; esto pasó alrededor de 20 minutos y mientras seguíamos avanzando, una tía de la familia, platicó que cuando entramos al camino, sintió que le jalaban los pies, pero ella estaba acostumbrada a la dinámica de estos seres mitológicos y guardó la calma en todo momento.

Después de un largo e incómodo silencio, llegamos nuevamente al rancho. Esa noche, tuve una sensación de vacío en el estómago y en cierto momento, juro haber escuchado leves risas burlonas en alguna parte del cuarto en el que estaba.

 

Historia basada en hechos reales.

 

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